En un nuevo gesto de distanciamiento del Gobierno, Mauricio Macri, salió a criticar la decisión de Javier Milei de designar por decreto, y en comisión por un año, a los jueces Ariel Lijo y Manuel García Mansilla, para llenar las vacantes de la Corte Suprema.

“La experiencia empírica me indica que la designación de jueces a través de un mecanismo como el utilizado por el gobierno no es correcta. Ratifico mi posición de que los jueces que ocupen los cargos más altos del Poder Judicial no pueden ser objeto de tanto rechazo”, dijo en su cuenta de X.

El gesto de Macri dejó al descubierto dos puntos claves de cara al año electoral: por un lado, el divorcio casi consolidado con el Gobierno libertario, y por el otro, las divisiones internas del PRO, luego de que no lograra emitir un comunicado partidario en rechazo al nombramiento por decreto.

Pese al fracaso en la reunión de la “mesa ejecutiva” de la fuerza amarilla, postuló que su posición “es la mayoritaria dentro del PRO, como quedó plasmada en el informe producido por la Fundación Pensar”.

En ese marco, el expresidente insistió con que “la confianza en la justicia y en las instituciones es una condición indispensable para la estabilidad de la democracia y la prosperidad del país”, enfatizando en que, más allá del mecanismo, se trata de dos nombres polémicos.

Cabe recordar que, durante su mandato, Macri designó por decreto a Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti para la Corte. Sin embargo, frente a una ola de críticas, el exmandatario debió recurrir al procedimiento ordinario y envió los pliegos al Congreso para su tratamiento.

Así, en cuestión de días, el líder pro expresó críticas directas hacia la cúpula libertaria que aumentan la tensión con el Gobierno nacional. Enemistado públicamente con el asesor Santiago Caputo y sin conseguir una mesa de diálogo, la idea de la alianza cada vez pierde más fuerza.