El gobernador Axel Kicillof y el oficialismo bonaerense están enfrascados en negociaciones de último momento para asegurar la aprobación de la Ley de Financiamiento, que autorizaría al Ejecutivo a tomar deuda por U$S 3.685 millones para el próximo año.

A diferencia de las leyes de Presupuesto y Fiscal, este proyecto requiere una mayoría especial de dos tercios de los votos en la Cámara de Diputados, un número que ha sido esquivo para el oficialismo.

El objetivo del oficialismo es llegar a la “cifra mágica” de 62 votos, los dos tercios del total de la Cámara, y sus proyecciones indican que podrían alcanzar incluso 64 votos con el apoyo de bloques no peronistas.

Este apoyo amplio se obtendría a cambio de "prendas prometidas", incluyendo puestos en el directorio del Banco de la Provincia de Buenos Aires (BaPro) y otros organismos provinciales.

La llave de la discusión la tiene el senador por la Provincia, Maximiliano Abad, quién está metido en los detalles de las negociaciones y espera un gesto del gobierno para empujar el pliego de una mujer de su riñón a la Corte bonaerense, Marina Sánchez.

Con los números a favor, el oficialismo podría permitirse no necesitar ningún voto del PRO. Sin embargo, la atención se centra ahora en este bloque, que está dividido internamente. Por un lado, el sector liderado por Diego Santilli se muestra más reacio a votar a favor del endeudamiento.

De otro lado está el sector referenciado en Cristian Ritondo estaría dispuesto a acompañar si el apoyo conlleva beneficios políticos significativos.

Esta división ha generado una fuerte presión externa. Sebastián Pareja, presidente del partido La Libertad Avanza en la provincia, calificó de “un baldazo de agua fría” la posibilidad de que diputados proístas voten a favor de lo que catalogó como una “locura” del endeudamiento, sumando presión a sus socios de coalición.