La diferencia de $6 entre un día y otro en el valor del dólar, sin nociones de cuándo llegará a su techo, paralizó la actividad en muchas empresas proveedoras, expectantes a que el billete norteamericano se estabilice antes de volver a poner precios a sus productos.
Ocurre en grandes distribuidores alimenticios, empresas de la construcción, concecionarias de autos y en supermercados, donde ya se registra falta de entrega de algunos productos. Aunque, producto de la caída en el consumo, el traslado de la devaluación a los precios no se movería al ritmo alocado del dólar, sí habrá un impacto en las góndolas: las naftas, que presionan sobre la logística, aumentarán, y con ello el resto de la mercadería.
Lo cierto es que mientras dura la incertidumbre, los sectores que comercian bienes con componentes importados optan por cancelar la actividad hasta volver a tener un valor de referencia del dólar. A las dificultades del día a día, se agrega la imposibilidad de hacer ventas o compras a largo plazo de las PyMes, para las que una tasa de referencia al 60% les achica las ya escasas posibilidades de financiamiento.