“Si no hay un liderazgo fuerte, esto no sale”, fue el mensaje que resonó en la Legislatura bonaerense durante el jueves por la tarde, cuando las negociaciones parecían truncas y la cosa no avanzaba.
En ese momento, el intendente de Almirante Brown y diputado electo, Mariano Cascallares y el ministro de Infraestructura, Gabriel Katopodis, eran los encargados del diálogo con la oposición para destrabar la discusión que tenía empantanado a todo el arco político: Los fondos para los intendentes y los cargos vacantes en el Banco Provincia, el Consejo de Educación y la Fiscalía de Estado.
El gobernador Axel Kicillof intervino en la discusión y llamó a los jefes de las bancadas opositoras para saber de primera mano qué estaba trabando la discusión. Absortos, más de un legislador titubeó ante el reclamo del mandatario y no supo qué responder ante la insistencia del gobernador para conocer las demandas.
Según pudo reconstruir La Letra Chica, Kicillof definió cambiar los interlocutores y dejó atrás al tándem Katopodis/Cascallares, imponiendo a su dúo de confianza, Carlos Bianco y Agustina Vila.
La clave de la discusión pasa, por estas horas, por la desconfianza que existe entre las diferentes tribus del peronismo. La “intromisión” de Sergio Massa pone a Kicillof en alerta y creen que hay un doble juego del tigrense en la discusión por la aprobación de la Ley de Financiamiento. “Con Sergio Tomás nunca se sabe. Pero todo parece indicar que quiere todo, pero no habla de la ley, sino de los cargos”, renegó una diputada kicillofista en el pasillo.
La sesión, finalmente, quedó en suspenso hasta la próxima semana y, mientras estén reconociendo a los nuevos legisladores, habrá momento para la rosca y las discusiones que necesita el Ejecutivo. Las espadas del gobernador tendrán el fin de semana para afinar la lapicera y buscar los acuerdos con la oposición, descontando el apoyo de los propios (que no está garantizado).