El ministro del Interior, Diego Santilli, se lanzó de lleno a la tarea que Javier Milei le encomendó desde el minuto uno: recomponer el vínculo con las provincias y garantizar los votos para el Presupuesto 2026 y el paquete de reformas laboral, penal y tributaria. Pero el operativo seducción tiene un detalle incómodo: no hay un solo gobernador peronista invitado al diálogo.
La estrategia del “Colorado” combina reuniones, café y fotos en Casa Rosada con un objetivo explícito: reunir músculo político para sostener la bandera del “equilibrio fiscal” que Milei exige como condición innegociable.
Según trascendió, este lunes Santilli recibirá al rionegrino Alberto Weretilneck, en una seguidilla de encuentros que ya incluyó a diez mandatarios provinciales. Entre ellos, Martín Llaryora (Córdoba) y Rogelio Frigerio (Entre Ríos), quienes ya posaron junto al flamante ministro en señal de sintonía institucional.
A esa lista se sumaron también Alfredo Cornejo (Mendoza) y Raúl Jalil (Catamarca), dos gobernadores con perfiles y realidades disímiles, pero dispuestos a transitar la pasarela de la “cooperación” con Nación.
Sin embargo, mientras Santilli ordena el tablero, hay cuatro casilleros que decidió no mover: Axel Kicillof (Buenos Aires), Ricardo Quintela (La Rioja), Gildo Insfrán (Formosa) y Gustavo Melella (Tierra del Fuego). Todos peronistas. Todos críticos de Milei. Todos, por ahora, fuera del radar.
La señal política es clara: Milei habla de “federalismo”, pero su ministro del Interior elige blindar la agenda evitando al núcleo duro del PJ. Una jugada que, se podría interpretar como una forma de aislar a Kicillof en la disputa por los fondos y la gobernabilidad.
En paralelo, Santilli prepara una gira por el interior para mostrarse en territorio, “escuchar agendas y propuestas”, y activar el puente con el Congreso para impulsar el paquete de reformas. El mensaje que baja desde el Gobierno es claro: quien quiera sentarse a discutir recursos, deberá hacerlo dentro del marco del proyecto libertario.